jueves, 7 de junio de 2012

El extensionista
 Felipe Santander.

 “No, no son los años de éxito el único motivo, que hace retomar la trama de El Extensionista, es la herida que aún permanece, abierta, es el grito impotente de rabia de los que se saben olvidados por la justicia , es el clamor del campesino en su inmediatez de hombre, lo que hace resurgir esta historia por muchos ya olvidada, y por otros recordada en lo más hondo de la conciencia .Porque aunque ya han pasado 27 años desde el estreno de esta pieza teatral la herida no ha cauterizado; sigue abierta. Porque mientras exista sed de justicia dentro y fuera del campo, obras como el extensionista siempre tendrán un lugar reservado a quien no se niegue a ver la realidad de nuestros campesinos que cultivan y trabajan la tierra.”



Los actores.

El extensionista es una obra de teatro indispensable en nuestros días. A una distancia de 27 años (1978) de cuando fue estrenada, sigue teniendo vigencia. El caso de las injusticias, abusos, cacicazgos y la corrupción que rodea a los productores del campo vuelve a escena para que tomemos conciencia en una obra magistral de Felipe Santander.
Carlos Águila, actor de teatro y de doblaje, director, coordinador y adaptador de la puesta en escena que actualmente se presenta en el teatro “Sergio Magaña”, comenta que esta obra es un “teatro de urgencia” con una labor social. El extensionista, explica, es el egresado de la carrera de ingeniero agrónomo que se iba un año, pagados por el gobierno, a una extensión agrícola para hacer una especie de servicio social en las comunidades campesinas.
Águila, quien trabajó con Santander en esta obra interpretando el papel del villano “Don Máximo” , durante más de 3600 representaciones, menciona que esta obra es un producto autobiográfico de Felipe Santander porque él mismo como ingeniero agrónomo, vivió la situación que vive Cruz , el personaje principal en la obra.
De la adaptación que realizó, señala que se respeta la esencia de la obra, se ambienta en el tiempo actual , se mencionan nombres conocidos como Fox o Bejarano, algunos de los protagonistas infaltables de nuestro imaginario político y social.
La trama está muy relacionada con los problemas del campo: un joven agrónomo, Cruz López, es enviado por el gobierno para que aplique sus conocimientos en un pueblo olvidado llamado Tenochtlén. Una vez ahí, con el entusiasmo que da la juventud, el conocimiento, los ideales y las ganas de cambiar las cosas, Cruz debe aprender que existe una lógica en la forma de pensar de los campesinos, quienes en un principio se niegan a aplicar las innovaciones que pretende incorporar a sus vidas y su forma de trabajar la tierra, así como la tradición, pero también las carencias materiales y educativas en las que por cientos de años se ha dejado a los campesinos. El joven estudiante además, se topará con la explotación en que viven, el abuso de las autoridades, los intermediarios con los malos pagos por su producción, y los caciques.




Teatro “interactivo”.

La historia es muy completa: además de enseñarnos, la triste realidad de nuestro país, es una obra que conmueve e impacta. Todo aquel que la ha visto sale transformado, porque la realidad que muestra es cruda e innegable, pero además motivante, nos obliga a ser mejores y a tomar una actitud activa ante problemas que también vivimos en las ciudades. No sólo uno es espectador, se hace partícipe y se ve envuelto en la trama.
Recomendada por todos aquellos que la han visto, se ha vuelto favorita de los maestros de escuela, (aunque debemos verla todos) quienes envían a los alumnos a ver una historia de amor, idealismo y tenacidad, pero que también llama a la toma de conciencia y de denuncia social por las injusticias y los abusos que gobiernos y sus burócratas corruptos han aplicado en el campo. Esta obra invita a la participación, al análisis y a buscar respuestas que nos involucren en un cambio que se pretende sea verdadero tanto para la gente del campo como de la ciudad.
Con una dosis excelente de canciones interpretadas en vivo por Alejandro Rivera (el cancionero) con letra de Gabino Palomares y Felipe Santander, los 16 actores profesionales que suben a escena se entregan plenamente en sus papeles. Hacen también ese teatro heroico que implica actuar a veces, con una excelente obra, en un teatro que ha visto bajar su afluencia. Trabajan por amor al teatro, al buen teatro. Carlos Águila atribuye esta ausencia de espectadores a que la gente ya no quiere salir en las tardes o noches porque se sienten inseguros, pero también por el costo que implica salir y gastar en la situación económica que se atraviesa en nuestra ciudad y en nuestro país.
La obra también ha sido llevada a universidades, lugares culturales y funciones especiales.
En todos estos años de representaciones, dice Carlos , muchos actores y personajes ahora conocidos en los medios participaron en esta puesta en escena, entre otros Carolina Padilla (recientemente fallecida) , esposa de Víctor Trujillo(haciendo el papel de Manuela, la novia del extensionista) y él mismo, Trujillo , haciendo el papel de Quirino, incursionó en el teatro social alguna vez en su vida.




De Felipe Santander

se recomienda toda su obra, pero en especial el libro Teatro Campesino, que incluye tres obras: La Ramona, Los dos hermanos, Y… el milagro. 
Sobre Santander, un breve esbozo.
Santander hizo muchas cosas en su vida, pero principalmente se dedicó a ser ingeniero agrónomo, autor de obras teatrales de gran éxito, actor, director, guionista y productor. 
Si bien en sus inicios incursiona en un teatro de comedia ligera, comercial, con éxito, Luna de miel para tres, pronto haría parte de su creación y de su vida los problemas sociales debido a su contacto con la dura realidad del campo, es el caso del Extensionista; y la ciudad, con La Casa del Farol Rojo, que denuncia el mundo de la prostitución es la historia de un burdel. 
El extensionista obtuvo el premio “Xavier Villaurrutia” como la mejor obra de búsqueda en 1978. También fue ganador del Premio “Sor Juana Inés de la Cruz”, por considerarla la mejor pieza teatral de Autor Nacional el mismo año, otorgada por la Unión de Críticos y Cronistas de Teatro, el premio “Juan Ruiz de Alarcón”, y el de “Casa de las Américas” en 1980 entre múltiples reconocimientos, que llevaron a esta obra a ser traducida a varios idiomas.